En cualquier tipo de construcción, la iluminación y la temperatura interior son factores a tener en cuenta. En la construcción sostenible, el asoleamiento de la vivienda pasa a tener una importancia aún mayor, ya que se procurará que la vivienda tenga luz natural durante todo el día, y se utilizará la incidencia del sol para reducir los gastos de energía en calefacción y refrigeración.
Antes de comenzar a diseñar una vivienda, y conociendo la ubicación del terreno donde se levantará, lo primero a tener en cuenta es la incidencia del sol a lo largo de todo el año, en las distintas horas del día. Conociendo este dato, podremos hacer un mejor aprovechamiento, tanto de la luz natural como de los rayos infrarrojos, para obtener energía de ellos.
Conseguir el mayor aprovechamiento de la luz natural es algo sencillo, orientando los distintos volúmenes de la casa hacia los sitios correctos. Para los meses de verano, se preverá la colocación de pérgolas, toldos, parasoles, o cualquier elemento que impida el sobrecalentamiento de los muros, y evitaremos que el sol entre en forma directa a los ambientes. Resolver este tema, como decíamos, es sencillo, ya que no es privativo de la construcción sustentable, y los arquitectos responsables lo tienen en cuenta al hacer sus diseños.
El segundo tema, que contribuirá a que nuestra casa sea sustentable, es el aprovechamiento del calor y la luz del sol para transformarlos en energía. Esto se puede hacer de diversas maneras. La más sencilla, es utilizando los materiales adecuados en muros y techos, según la incidencia del sol en cada uno de ellos.
Cada material se comporta de manera diferente (energéticamente hablando): algunos acumulan más calor que otros, o se enfrían más rápidamente cuando deja de dar el sol, como es el caso de la piedra. La madera casi no tiene capacidad de acumular calor, y tampoco lo transmite. Entonces, usaremos los materiales según sus capacidades térmicas y las necesidades que tengamos.
Eligiendo el material adecuado, podemos lograr almacenar el calor y transmitirlo al interior de la casa, por ejemplo. Con materiales pesados como la piedra y la cerámica, que son masivos, podemos acumular mucho calor. Además, la restitución al interior de la casa se hace en forma lenta. Esto significa que, durante varias horas, una vez que el muro deje de recibir sol, estaremos usando el calor acumulado. Y, además, no contribuirá a la pérdida de calor hacia el exterior, obviamente.
El color y la textura de los materiales que usemos también son importantes para aumentar su potencial de captación y almacenaje de calor. El diseño correcto de los muros es necesario para compensar el desfasaje en el tiempo, entre el momento en que el material deja de recibir calor, y comienza a transmitirlo al interior.
Esta utilización de los materiales significa energía gratuita, proveniente del sol, que podemos usar para acondicionar una vivienda, en forma pasiva.