La pavimentación de ladrillos para exteriores es simplemente encantadora, pero también es un recurso útil para aprovechar el excedente del material de construcción de un modo eficiente, económico y muy práctico.
Hay opciones casi ilimitadas en el uso de ladrillos para pavimentación. Puedes comprar los que tengan un estilo estético definido, aprovechando colores, tamaños y formas de acuerdo a tus planes. Pero principalmente, puedes aprovechar los excedentes de tu proyecto (o la compra primaria para aumentar el volumen y reducir así los costos), y optimizar tu inversión logrando más superficies terminadas por igual material.
Los ladrillos son resistentes, tienen un grado óptimo de permeabilidad, y pueden tratarse para lograr más durabilidad y estética tan fácilmente como pincelándolos o rociándolos con los materiales adecuados. Por otro lado, los ladrillos son suaves al tránsito, no se calientan ni congelan fácilmente, permiten una superficie plana de fácil transitabilidad, y además, son de muy fácil instalación.
Lo primero es demarcar la zona a pavimentar, marcando el suelo, césped o concreto con tiza o cal en polvo. En el caso del suelo natural, el procedimiento es bien sencillo. Mide la altura de los ladillos, en el modo en que vayas a colocarlos. Excava la superficie a esa altura más 3 a 5 centímetros, y aplana el suelo compactándolo con peso y agua.
En suelos naturales o de material, el siguiente paso es instalar o modelar un marco lateral en la zona a pavimentar, en el estilo que prefieras. A continuación, vierte gravilla fina o arena de construcción en el suelo compactado, en un espesor de 3 a 4 centímetros en el caso de suelo natural, para que la pavimentación de ladrillos quede al nivel del terreno, si es adecuado para la obra. Riega en una lluvia fina para compactar la arena o la gravilla, y facilitar la instalación de la pavimentación.
Acomoda uno a uno los ladrillos, comenzando por la zona más próxima al material o a la vivienda, y siguiendo el diseño que quieres lograr. Golpéalos con un mazo de goma, y usa un nivel de burbuja o un listón plano para verificar que queden nivelados. Utiliza listones finos para calcular la junta (separación) entre las piezas. Ya bien acomodados los ladrillos, rellena las juntas con mortero liviano, arena suelta, gravilla fina o lo que prefieras según el estilo decorativo.
Además de optimizar el uso de materiales excedentes del proyecto de construcción, o del bajo costo relativo en caso de adquirir el material, la pavimentación de ladrillos puede optimizar los tiempos de la obra, pues la instalación simple sin mortero puede realizarse en sólo una tarde de trabajo.
Este material es resistente a diversos climas, y permite un fácil mantenimiento. En caso de desperfectos y roturas, los ladrillos defectuosos pueden reemplazarse fácilmente con tan sólo quebrarlos, retirarlos y reemplazarlos. Además, al posarse en colchón de arena pueden adaptarse fácilmente a las inclinaciones del terreno si fuera necesario, y sin la necesidad de contención de materiales u otros que sí son indispensables en materiales húmedos.
La pavimentación con ladrillos para exteriores puede ser la solución constructiva más simple y eficiente para jardines, senderos, garajes abiertos y cerrados, decks, divisiones de exteriores y un sinfín de otros sitios, ¡y hasta puedes lograrla en interiores, agregando mortero a las juntas para facilitar el uso y la limpieza!