El presupuesto para las obras de construcción, refacción y ampliación pareciera ser cada vez más escaso. Es que aparecen nuevos materiales, más costosos, y sube también nuestro consumo extra en especial en lo que respecta a detalles y terminaciones. Por eso debemos optimizar los recursos a nuestra disposición, para lograr una obra completa, llamativa y original, sin quedar en quiebra.
Hoy planificaremos un cerramiento original para la zona de la piscina, que puedes repetir en el asador o en otros sitios de la habitación exterior del hogar. En lugar de recurrir a costosas verjas metálicas elaboradas a la medida, o de poco estéticos rollos de malla plástica y tela mosquitera dispuestos en parantes de material, elegimos una solución natural y de mucho menos costo: palos de madera.
Se trata de palotes de madera, pero no cualquier palo, sino que debe estar tratado contra insectos y contra la humedad. El largo de las varas dependerá de la altura a la que quieras hacer el cerramiento de la piscina, si fuera por seguridad solamente, o si también es para darle intimidad, calculando desde 1 hasta 2 metros de altura visible, sumando al menos 40 centímetros más para colocar bajo el nivel. También, puedes colocar uno junto al otro, o bien separados en hasta 10 centímetros, interrumpiendo la vista y el acceso a la piscina por parte de niños y mascotas, pero permitiendo una mayor integración al paisaje.
Ya calculada la cantidad de palos y la altura necesaria (recuerda, para un metro de palote visible necesitas un elemento de 1,40 metros, por lo menos), adquiere el material. Lo mejor es hacerlo de compañías dedicadas a la fabricación de quinchos y similares, pues tienen sobrantes de estos tamaños que no son útiles para sus proyectos, y podrán vendértelos a precios muy económicos. También en tiendas de construcción y de elementos usados podrás hallarlos, a un costo apenas mayor, pero igualmente menor al de los demás materiales. Además, necesitarás una pala, cemento común (puede ser el sobrante de tu proyecto), agua, arena, balde y cuchara de albañil.
Usando cal, si te fuera necesario, marca la línea por donde irá el cerramiento. Cava a la profundidad necesaria, según el material que tengas, en una sola zanja de poco ancho y de no menos de 40 centímetros de profundidad. Ten los palotes preparados, marcando con una tiza o un trozo de jabón blanco la altura que debe quedar visible, una simple raya que indique el nivel de tierra.
Prepara la mezcla de cemento y viértela en la zanja, dejando unos 3 a 5 centímetros por debajo del nivel del suelo, permitiendo que la zona se cubra de tierra y césped. Acomoda los palos para dejarlos al nivel, y en la separación necesaria, sujetándolos o bien fijándolos con otros palos, sogas o con ayuda de otras manos. Una vez listo, deja secar el cemento, y cubre por encima con tierra y las semillas del césped que hayas dispuesto en tu jardín. Lograrás un cerramiento resistente, seguro y mucho más económico, que también puedes repetir en otras zonas del hogar para lograr una mayor integración del paisaje.