La construcción sostenible o sustentable se basa en cuatro principios básicos: debe ser respetuosa del entorno, ahorrar recursos, ahorrar energía, e incluir a los usuarios de la misma.
Cuando hablamos de respeto por el entorno, nos referimos a varios aspectos. En primer lugar, el asentamiento edilicio no debe agredir el ambiente en que será instalado. Debe respetar las fuentes de agua, la flora y la fauna, y también la cultura y costumbres del lugar. Si se construirá en un bosque, por ejemplo, se buscará el sitio en el que sea necesario talar la menor cantidad de árboles posible.
Respetar el entorno significa, también, adaptarse a él, tanto a las características orográficas del sitio, como a la temperatura, la cantidad de lluvia, las horas de sol, y hacer el mejor uso posible y el mayor aprovechamiento de esos recursos naturales.
El ahorro de recursos abarca tanto el sistema constructivo que se usará, como los materiales y el diseño de la vivienda. Se procura que, tanto el sistema constructivo, como los materiales a emplear, hayan necesitado poca energía y recursos para su fabricación, y que lo mismo suceda en la construcción en sí. También se busca que genere pocos deshechos, y que no sea contaminante. Los materiales deben ser, de preferencia, reciclados, y los deshechos deben ser reciclables.
Una construcción sostenible es aquella en que, en el diseño de la vivienda, tiene en cuenta la inclusión de todos aquellos recursos energéticos de la mayor eficiencia posible, para que la misma tienda a lo que se llama “consumo cero”. Para conseguir esto, se utilizan estrategias llamadas pasivas, basadas en la orientación de la casa, los materiales usados, técnicas de ventilación natural, etc.
Por otro lado, se introducen sistemas de energía alternativa (solar, eólica, hídrica, biomasa), reciclado de aguas grises, re-utilización del agua, reciclado de deshechos para compost o biomasa, etc.
La construcción sostenible tiene en cuenta que los protagonistas del acto constructivo son las personas que vivirán en esas edificaciones. No sólo es necesario que la vivienda sea confortable para sus habitantes, sino que debe posibilitarles la relación con el entorno natural y social. Además, el hecho de utilizar materiales no contaminantes asegura que, aparte de cómoda, la casa será sana para quienes viven en ella.
También se busca que la vivienda a construir sea permanente, y pueda adaptarse a las distintas etapas de la vida, simplificando su diseño, y creando ambientes de múltiples usos.