La cantidad de hormigón necesario para la construcción es uno de los primeros cálculos realizados, y no es para menos. El hormigón está presente en la gran mayoría de las construcciones, es resistente, versátil, y adecuado para cimientos y estructuras. Conozcamos un poco más sobre el uso del hormigón en la construcción.
El hormigón es uno de los materiales de construcción convencionales. Se elabora a partir de una mezcla de cemento (mayormente, aunque puede ser otro conglomerante) y áridos, como gravilla, grava, arena u otros. Esta mezcla seca, en la proporción necesaria a partir de los designios del sitio de la construcción, se hidrata con agua común, en diversa cantidad para formar el mortero o sustancias más consistentes.
Luego de hidratar la mezcla y aplicar el hormigón en marcos o encofrados, se deja fraguar, es decir, evaporarse el agua. Durante este proceso es normal que eleve la temperatura, aunque las condiciones climáticas pueden acelerar o demorar el secado. Es habitual ir humedeciendo nuevamente el hormigón colocado para que la deshidratación sea así más lenta, y se evite o prevenga el riesgo de quiebres.
El hormigón puede complementarse con otros aditivos, formando sus variantes, y también se puede pigmentar o agregar color u otras sustancias, como impermeabilizantes, fibras, químicos de prevención y otros.
Se denomina “hormigón armado” a la mezcla de hormigón que, al ser colocado, es complementado con vigas o con hierros mayormente de acero, en forma de red metálica. Esto hace aún más fuerte y resistente la estructura del hormigón. También puede complementarse con fibras plástica, de vidrio o de acero. Comparte las propiedades antes mencionadas, y también puede tratarse con productos especiales y pigmentos.
Antes de preparar la mezcla se arman las armaduras o complementos, teniéndolos así ya listos, y se arma también el encofrado, que es un marco de contención dentro del cual se deposita la mezcla. Luego de aplicar la mezcla, se agregan los refuerzos o armaduras, y se vuelven a cubrir con otra capa de hormigón, distribuyéndolo con la ayuda de vibraciones o de movimientos con elementos para asegurar una buena distribución del material y, también, para eliminar posibles burbujas de aire que quedaran atrapadas dentro de la mezcla.
Ya fraguado o seco el hormigón, se retira el encofrado, que bien puede reutilizarse en otros proyectos. Para reutilizar los marcos del encofrado (mayormente de madera) es importante limpiarlo bien, pues el hormigón fresco se adherirá fuertemente a cualquier resto de hormigón seco al contacto.
El curado del hormigón es el tiempo entre su vertido en el encofrado y el retiro del mismo, incluso algo posterior. En el curado se incluye el proceso de secado o deshidratado que, como vimos, es preferible demorar, humedeciendo la pieza con regularidad.
También el curado incluye los procedimientos de protección aplicados al hormigón, como la protección a las temperaturas y humedades. Para su protección puede emplearse tejados o tejadillos, o la simple humectación o hidratación constante de la pieza en la técnica antes mencionada.