Está claro que una de las claves para el ahorro de energía es el balance térmico del hogar, es decir, el equilibrio entre las ganancias y pérdidas de calor, para no tener que compensar con acondicionamiento extra. Las aberturas son un punto clave en estos casos. Y más específicamente, los vidrios, las superficies a través de las cuales se produce el mayor intercambio térmico en toda la casa.
La organización Glass for Europe ha calculado que, si se normalizara el uso de vidrios solares en Europa, tanto en edificios residenciales como no residenciales, para el año 2020 se podría reducir la emisión de CO2 en hasta 85 millones de toneladas anuales. El vidrio de control solar no sólo permite reducir el uso de aire acondicionado sino que, en algunos casos, puede eliminarlo por completo, reduciendo así la demanda energética.
El vidrio de control solar es un vidrio especial que incorpora una película entre dos láminas de vidrio. Esta película bloquea el reflejo en un 80%, hasta el 99% de radiación ultravioleta y el 79% de luz solar incidente, sin afectar la transparencia del vidrio. Por lo tanto, no sólo provee mayor aislación térmica, tanto en verano como en invierno, sino que también es un vidrio más resistente.
Otros tipos de vidrio de control solar presentan una película metálica adherida a una de sus caras, que refleja los rayos del sol. También está fabricado con dos láminas de cristal, con cámara de aire entre ellas.
Existe, además, dentro de los vidrios de control solar, un vidrio denominado “Low-E”, que conserva el calor en el interior de la casa en los días fríos. Estos vidrios dobles tienen una capa de material especial en una de sus caras, que deja salir las radiaciones de onda corta pero mantiene en el interior las de onda larga, evitando la fuga de calor al exterior. Además, es aislante acústico.
Todos estos vidrios no se instalan necesariamente en obra nueva: pueden reemplazarse los vidrios existentes en la vivienda por los de control solar sin ningún problema, ya que no requieren de aberturas especiales.