La aislación de los techos, tanto en lo que se refiere a la humedad como a la temperatura, es una de las claves para reducir el mantenimiento y lograr un balance térmico favorable en el interior de una casa. La aislación más habitual es el poliestireno expandido, que se coloca (dependiendo del sistema constructivo) entre la cubierta y el cielorraso.
Actualmente, existe un sistema que combina los 3 elementos, cubierta, aislación y cielorraso, en un único panel. Su colocación es sencilla (no requiere de mano de obra especializada), reduce los costos y tiempos de ejecución, y permite cualquier tipo de diseño. Una vez instalado, es completamente hermético, además de ignífugo y resistente a la corrosión.
Los paneles vienen en un ancho de 40 cm y dos largos estándar, 2,60 mts y 5,20 mts, aunque también se puede pedir en otras medidas. La cubierta exterior es de chapa galvanizada, que se puede pintar del color que se prefiera, o dejar como viene de fábrica, ya que no necesita otra terminación. El núcleo de aislación es de poliestireno expandido o de espuma rígida de poliuretano (a elección), y el cielorraso es de MDF, que ya viene preparado para pintar o barnizar directamente. También está disponible en chapa galvanizada y en PVC sin juntas, en distintos colores.
Los paneles se entregan con todos los accesorios necesarios para su instalación, tales como tornillos, perfiles de cierre, bandas selladoras y cumbreras. Los paneles se colocan uno junto al otro, apoyados sobre la estructura de sostén, y se fijan mediante clips especiales que quedan ocultos y no requieren perforar las placas, y un sellado eléctrico, por eso no hay peligro de filtraciones, ya que, una vez terminada la instalación y realizado el sellado, queda como una superficie continua.
Hay paneles similares para construir muros, que permiten la integración con todo tipo de carpinterías, siempre que sean metálicas.