La construcción bioclimática tiene en cuenta, entre otros factores, el tamaño, localización y desniveles naturales del terreno en el que construirá la vivienda. Todos estos factores pueden (y deben) aprovecharse, de uno u otro modo, para ahorrar recursos energéticos. Del mismo modo, se debe tener en cuenta el clima del lugar, ya que también podemos obtener recursos de las condiciones climáticas habituales.
La construcción bioclimática no utiliza sistemas mecánicos para acondicionar la vivienda, sino que se basa exclusivamente en las condiciones climáticas y el aprovechamiento que el diseño, las formas, colores y materiales, pueden hacer de ellas. PodrÃamos decir que el resultado son casas inteligentes y autosustentables, en lo que a climatización se refiere.
Avanzando en el concepto, llegamos a lo que se llama construcción autosustentable, con edificaciones que utilizan un mÃnimo de energÃas convencionales para su funcionamiento.
Cuando nos referimos al clima, debemos hacer la salvedad de que existen dos tipos de condiciones a considerar: las macroclimáticas, y las microclimáticas.
Condiciones macroclimáticas: Son las que corresponden, en general, a la región geográfica; temperaturas promedio diurnas y nocturnas, cantidad de lluvia por mes, cantidad de horas de sol, cantidad de rayos UV, dirección y velocidad promedio de los vientos, etc.
Condiciones microclimáticas: Están determinadas por el entorno o ecosistema particular y especÃfico de la locación; los desniveles del terreno, su forma y tamaño, edificios cercanos, vegetación existente, etc. Esto nos dará condiciones particulares sobre la cantidad de luz natural (los edificios cercanos pueden arrojar sombras, según a qué distancia se encuentren), las corrientes de aire, etc.
La condición natural del terreno en que se asentará la vivienda puede darnos muy buenas oportunidades para la climatización. No necesariamente un terreno debe ser plano, por el contrario, los desniveles dan lugar a opciones como el soterramiento total o parcial de alguno de los muros, por ejemplo.
La tierra tiene una caracterÃstica particular que podemos aprovechar: en verano, bajo la superficie está más fresco que en el exterior. En invierno, está más caliente que en el exterior. Esto significa que, si soterramos uno o más muros, estos absorberán la temperatura que tenga la tierra bajo la superficie.
El efecto de esto podemos verlo en las llamadas casas-cueva, de las cuales hay muchÃsimos ejemplos en todo el mundo. Estas casas son frescas en verano y cálidas en invierno, aún sin sistemas adicionales de refrigeración o calefacción.
Por supuesto, en el caso de soterramiento de los muros, es necesario contar con una excelente protección contra humedad.