El hormigón es uno de los materiales para la construcción más usados en nuestras viviendas y en los espacios de nuestras ciudades. Pero ¿conoces su historia y la importancia que este noble producto ha cobrado en la historia?
Pues para que no te pierdas detalle, te contamos algunas curiosidades del hormigón.
El hormigón es uno de los materiales de construcción prioritarios. Se compone con una mezcla a partir de cemento, áridos (como arena o grava) y agua, pudiendo reforzarse con piedras y armaduras metálicas, fibras y otros. Luego del secado de la pieza, el resultante es un material sólido, firme y resistente.
Debido a su versatilidad de aplicaciones, el hormigón es hoy el elegido para cimientos, edificaciones, puentes, túneles, canales y muchas otras construcciones edilicias. Pero hay mucho más por saber respecto del hormigón.
El uso de pastas de áridos y agua se emplea en la construcción firme desde hace mucho tiempo. Ya en la Antigua Grecia (aproximadamente 500 años antes de Cristo) se preparaba un compuesto de caliza molida y calcinada con agua y arena, es decir, un compuesto bastante similar al hormigón que conocemos en nuestros días.
En sus inicios, estos preparados se moldeaban en forma de bloques o ladrillos, unidos en construcciones con morteros de agua, áridos y pajas principalmente. La composición que hoy conocemos también proviene de la Antigua Grecia, cuando a la mezcla tradicional de construcción se introdujo los elementos que le darían resistencia y firmeza, como piedras, ladrillos rotos, tejas de barro cocido y tobas volcánicas.
Ya en la Roma Antigua también se lograron ciertos avances en la composición de la pasta de construcción, agregándose entonces tierras y cenizas volcánicas ricas en alúmina y sílice, similar a los compuestos cementicios actuales. Para construcciones residenciales se incorporó a la mezcla piedras volcánicas livianas, como la piedra pómez, logrando el primer hormigón aligerado para la construcción, útil en la construcción tradicional y en bloques o ladrillos, así como piezas curvas para la formación de canales, tuberías y tantos más. Como detalle de interés, algunos arcos del Coliseo Romano y de la Basílica de Majencio, aún en pie, fueron construidos con estos antepasados del hormigón actual.
Hacia la época medieval el hormigón perdió su protagonismo, pues la mala calidad de la mano de obra durante la preparación de los ingredientes produjo preparados de baja calidad y poca perdurabilidad. Las construcciones de piedras brillaron en la época, utilizando a menudo el mortero base (arena o grava, piedra caliza cocida molida y agua) como aglomerante. No fue sino hasta el siglo XIII que, en el Reino Británico, el hormigón volvió a elegirse para la construcción de torres y castillos aún en pie.
En América Latina las culturas Maya y Azteca, en México y en Perú, dejaron testimonios del uso de pastas de construcción similares al cemento actual, también fortalecidas con piedras molidas y otras. Sin embargo, no ha sido sino hasta el siglo XIX en que el hormigón ha cobrado la importancia que hoy se le adjudica.
Desde Europa y América y hacia todas partes del mundo, esta mezcla de simples y nobles elementos naturales ha demostrado haber acompañado al desarrollo de la humanidad, en sus residencias, en sus creaciones, y como testigo de la evolución de nuestra especie.