El hormigón es el material principal en la mayoría de las construcciones. Una vez preparada la mezcla de base, es necesario definir su calidad y detalles particulares. Esto se realiza con una simple prueba, conocida como el cono de Abrams. Se trata de rellenar un molde de forma cónica con el producto, según la “receta” que se utilizará en la construcción, y dejar asentar por cierto período de tiempo. Al asentarse, el hormigón irá perdiendo altura (el cono posee 30 cm de alto), y esta pérdida definirá su consistencia, resistencia y calidad.
Según su consistencia, el hormigón puede clasificarse en líquido, fluido, blando, plástico o seco. A saber:
La durabilidad del hormigón incluye temas de resistencia, flexibilidad y calidad. Es el tiempo de permanencia del hormigón en estructura, en el clima o condiciones de la construcción ya finalizada, y en condiciones generales normales.
Para fomentar y prolongar la durabilidad del hormigón se lo combina con armaduras y hierros, y también se modifica su receta de base con agua y otros elementos, para dar más o menos elasticidad, impermeabilidad y flexibilidad, de acuerdo a la zona en la que se utilizará. Cuando hablamos de zona incluimos temas varios, como el clima, la humedad general, los movimientos telúricos o sismos, los vientos y toda condición que pudiera alterar la estabilidad de las estructuras.
Si has leído la planificación de una construcción, puede que te hayas encontrado con siglas o caracteres que definen el tipo de hormigón. Además de las clasificaciones vistas anteriormente, el hormigón suele ser clasificado también con la configuración T-R/C/TM/A:
- T define al tipo de base del hormigón. Puede ser HM (en masa), HA (armado), y HP (pretensado)
- C es la letra capitular del tipo: S para seco, P para plástico, B para blando, F para fluido y L para líquido.
- R es la resistencia del hormigón, medida en N/mm2.
- TM es el tamaño máximo del árido en la receta, y se lo define en mm.
- A es la designación del ambiente al que el hormigón estará expuesto en situación