La pintura es una necesidad absoluta en cualquier obra de construcción, sea comercial o residencial. No sólo cumple una función estética, sino que también protege al revestimiento y hace del ambiente uno más habitable.
En el mercado podrás hallar pinturas que sirven, además, a propósitos múltiples: previenen la formación de hongos, son lavables, incluso hay algunas que permiten la respiración de la estructura para una mejor conservación.
También las encontrarás en una virtual infinidad de colores, acabados (mate, brillante, semimate) y de texturas (plana y texturada, con agregados y hasta modelables como estuco). Comprando al por mayor conseguirás precios realmente accesibles, pudiendo así guardar el material sobrante para futuros proyectos o para una próxima pintura del hogar.
En internet y en canales televisivos dedicados podrás encontrar muchas lecciones para lograr efectos creativos y decorativos con la pintura, además de calculadoras que te permitirán saber la cantidad de material necesario, así como el elemento más adecuado para cada superficie.
Revisa las páginas web de los fabricantes de pinturas para conseguir los datos más precisos y la ayuda técnica especializada. Incluso, algunos de estos sitios web ofrecen aplicaciones para subir una foto de la habitación a decorar y hacer una simulación virtual, de modo de comparar distintos colores y acabados de pinturas, eligiendo así el que más y mejor te guste viéndolo como si ya fuese una realidad.
Una vez elegida la pintura, el color y los materiales… ¡hazlo tu mismo!
Ponte manos a la obra, con dedicación y disfrutando de la labor. Siendo tu propio pintor podrás abaratar mucho los costos de este acabado, dejándolo con una apariencia más que estética si lo haces con cuidado y con calma.
Si es la primera vez que vas a pintar una superficie, te recomendamos comenzar por el cuarto de lavado o por una zona de poco uso, adquiriendo así la mecánica y la experiencia necesarias para pintar luego la sala familiar, las habitaciones e incluso los muebles de casa.
Antes de pintar, ya con el material y los elementos listos, vacía la habitación de todo su contenido, y prepárala para la labor. Cubre las tomas eléctricas, zócalos, protege marcos y vidrios de las ventanas y puertas, y cubre el piso para no hacer suciedades. Abre la ventana y elige un día cálido para pintar.
Comienza por el rincón más lejano a la puerta de entrada, y ve corroborando la tarea conforme vayas avanzando. También, comienza por las habitaciones de menos uso, intercalándolas con otras. Reserva el cuarto de baño, el corredor o pasillo y las habitaciones para los días en los que no haya habitantes en casa, de modo tal de no interrumpir la circulación normal ni el uso de las habitaciones en días ocupados.
Prepara la pintura en bandejas y elige bien los elementos. Ten siempre a mano paños de limpieza, tarros de disolvente, aguarrás, thinner o agua limpia (en el caso del látex) para limpiar cualquier accidente que puedas tener mientras vayas pintando. También ten a mano bolsas plásticas para envolver tus pinceles si debes ir a atender el teléfono o si tomas un breve descanso, y siempre conserva la lata de pintura bien cerrada para que no se reseque, sacando sólo las porciones que vayas a usar en cada tramo de la labor.