La correcta preparación y manejo de las mezclas para la construcción es, en definitiva, la clave del éxito en el montaje y formación de las obras. Si bien cada receta se adecua a las condiciones de cada sitio, en cuanto al clima, la probabilidad sísmica y demás, hay preparaciones básicas que seguramente querrás tener en mente a la hora de construir.
Cuando mencionamos las recetas hablamos siempre de medidas o volúmenes. El cálculo de cantidades se hace a partir del elemento a erigir, por lo que es conveniente tener la cantidad suficiente de materiales y un medidor, que puede ser una simple lata del tamaño adecuado.
Uno de los elementos principales en la preparación de materiales es el agua. Esta debe ser limpia, preferentemente potable o desinfectada, para evitar la formación de hongos o la proliferación de bacterias. Nunca utilices aguas naturales (manantiales, de lluvia, de lagos) ni de estanque, pues su composición bioquímica impide el correcto fraguado de materiales indispensables como el cemento, el mortero y el hormigón.
En lo que respecta a la temperatura, se recomienda templada, no cálida (pues aceleraría el proceso de fraguado) ni demasiado fría. Calcula entre 18°C y 22°C, es decir, fresca al tacto, lo suficiente como para beberla.
Al igual que en tareas de pintura, no se recomienda realizar labores en climas extremos. No sólo es inconveniente para el trabajador, sino también peligroso: un frío extremo puede minimizar la sensibilidad de las manos y exponerte a accidentes, al igual que el calor en exceso puede debilitarte.
En lo que respecta al comportamiento de los materiales de construcción, no se recomienda erigir obras ni hormigonar en temperaturas frías, bajo la nieve o con exposición a las heladas. Durante la lluvia se puede seguir con el trabajo, siempre que no haya exceso de agua.
Se debe respetar las recetas recomendadas, salvo adecuaciones de humedad de acuerdo al clima y las condiciones del sitio. Una mezcla con demasiada agua reduce la posibilidad de manejar los materiales, resta su plasticidad y disminuye su resistencia. Las mezclas con demasiado cemento, por su parte, conformarán piezas propensas a sufrir fisuras durante el fraguado, mientras que los morteros con muchos áridos (agregados, arena, piedras, polvo de ladrillo) sólo logran piezas tendientes a la disgregación por rozamientos.
Lo mejor es ir preparando de a poca cantidad, conforme vayas necesitando. Esto evita el fraguado temprano y el malgasto de elementos. Así podrás amasar preparados adecuados para cada parte de la obra, sin contraindicaciones.
Recuerda que en el mercado hay una gran variedad de agregados químicos que adecuan las preparaciones a las condiciones climáticas y ambientales. Consulta con un constructor para conocer más detalles, de modo de formar estructuras resistentes y duraderas.