Si piensas remodelar o ampliar la cocina, o si estás en pleno diseño de la obra de tu próximo hogar, debes prestar atención a cada uno de los detalles. Los accesorios y elementos pueden dar belleza al espacio, mientras facilitan tu vida y crean un ambiente confortable y seguro.
La campana de la cocina es uno de los accesorios infaltables, pues evita la acumulación de vapores y extrae los olores propios de la cocción, manteniendo el hogar siempre fresco. Conoce tus opciones, para elegir la que mejor sirva a tu proyecto.
Son extractores de aire que funcionan con un pequeño motor eléctrico, y se ubican por encima de la zona de los hornillos. Las hay en dos modelos básicos: las de alacena y las de isla. Las segundas se colocan en medio del techo, por sobre la isla de cocción, y poseen salida al exterior, que también hace las veces de soporte de cuelgue. También pueden ser colocadas en ángulos o esquinas.
Las de alacena pueden ser con salida al exterior, un caño que se monta por dentro de las alacenas y conduce hacia el techo, para dar salida a los gases. Su filtro suele ser de carbón activado y su carcasa de cristal endurecido, enlozado metálico u otros más raros. También pueden ser de recirculado, es decir, sólo filtran el aire haciéndolo pasar por entre los carbones, para retener las partículas aromáticas y liberar aire libre por encima.
Son más grandes en tamaño, y conforman una vista que complementa el mueble de alacena superior. Funcionan con salida al exterior y sistema de filtrado con carbones y otros, reutilizables y generalmente con indicadores que muestran el nivel de suciedad del filtro, para anticipar su recambio o limpieza. Las hay para muro o para esquinas.
Las campanas con sistema de recirculado son útiles para eliminar los malos olores, aunque no retiran del todo la humedad del ambiente. Las más adecuadas para cocinas de mucho uso son las que cuentan con salida al exterior, pues succionan el aire contaminado y lo eliminan. Por seguridad, es conveniente contar con tubos de salida de diámetros pequeños, adecuados a la capacidad del motor, generalmente de unos 12 a 15 centímetros de diámetro.
El exterior suele ser más grande, por cuestiones estéticas. También las hay en un sinfín de acabados, de acuerdo a la estética de la cocina: metales enlozados o pintados, cristales reforzados, y hasta con revestimientos de placas de yeso o de maderas tratadas, asemejándose al revestimiento de las alacenas y demás muebles en la cocina.