Cuando hablamos de moho y hongos, solemos pensarlo en hogares viejos, encerrados y con problemas de agua. Pero lo cierto es que este tóxico indeseado puede asentarse desde el momento mismo de la construcción. Para que ello no ocurra en tu obra, sigue estos consejos.
Asegúrate de emprender cada trabajo de construcción, la que sea, en días de buen clima. Construir con materiales secos o húmedos en climas acuosos provoca una condensación de la humedad dentro de las estructuras, lo que podría traer problemas más adelante, y que produce un sitio ideal para el asentamiento de moho.
Presta especial atención a las zonas con circuitos hídricos, como la cocina, el cuarto de baño y la lavandería, definiendo cañerías aéreas o a la vista, y dando tiempo suficiente al secado de la obra antes de proseguir. Es mejor demorar la construcción uno o dos meses, que lamentar luego la presencia de hongos y moho en los cimientos.
Hay agregados químicos en polvo que pueden integrarse a los materiales de la obra. Estos no afectan ni la elasticidad ni la calidad de los materiales (hormigón, cemento, yeso y más), y provocan una reacción química durante el fraguado que evita el asentamiento de moho, hongos y bacterias. Consulta con tu constructor y en las tiendas locales de artículos para la construcción sobre estos productos, su precio y su aplicación.
Define con dedicación el sistema de protección contra daños de agua en los cimientos. Hay muchas técnicas que permiten individualizar o aislar la estructura del terreno, cada una de acuerdo a las condiciones de cada sitio y su clima. Mantener la obra, desde su construcción, lejos del agua y de la influencia del terreno, es una manera ideal de prevenir daños por humedad, hongos, moho, bacterias y hasta pestes.