Cuando encaramos un proyecto de construcción, normalmente solicitamos la asesoría o los servicios completos de un arquitecto, un contratista y un supervisor de obra o inspector. En los segundos hay una enorme disparidad, debido a sus clasificaciones y al tipo de trabajo que ejercen. Aprende más al respecto, para elegir al más indicado en tu obra.
Los trabajos de mayor envergadura, como obra completa o gran remodelación y mantenimiento, suelen requerir de los servicios de un contratista o constructor general, también conocido como GC (por sus siglas en inglés).
Puede ser una persona específica, con su grupo de trabajo, o bien una empresa, dependiendo del tamaño del proyecto. Algo que será seguro decir es que el GC o contratista hace las veces de supervisor y jefe de proyecto, es el maestro mayor de obras y, en la mayoría de las veces, sabe perfectamente cómo es la ejecución de todas y cada una de las acciones de su equipo (al menos, debería saberlo) aunque difícilmente lo veremos poniendo manos a la obra. En especial los GC más experimentados y habituados a grandes proyectos: ellos no pasan el día en la obra, sino que van visitando sus diferentes proyectos, haciendo los ajustes y dando los mandatos que fueran necesarios.
Cuando lo contratas, tu trato es con él o ella, directamente. Será el GC quien se encargue de todos los demás asuntos con respecto al trabajo o al personal, desde el pago hasta el seguro médico, desde la provisión de viandas y elementos de seguridad hasta sanitarios portátiles y horarios de trabajo. Tú podrás desentenderte y dejar en manos del contratista todos estos asuntos, sin ese temor a contratar al especialista y no volver a ver su rostro por varias semanas. Eso sí: estas tareas de coordinación vienen con un sobreprecio, que serán sus honorarios. Tenlo en mente, pues en un proyecto menor, sus servicios encarecerían mucho la obra.
Una grieta en el muro, una nueva habitación o cualquier trabajo de mantenimiento y cuidado del hogar, sin llegar a ser la obra completa, requiere de los servicios de un subcontratista, persona igualmente capacitada al anterior, aunque más experimentado en tareas de mantenimiento y trabajos menores, más expeditos, a menudo con un equipo de trabajo mínimo o sin equipo de trabajo fijo.
Debido a que en la mayoría de los casos comienzan por ser obreros y luego especialistas en diferentes áreas, los subcontratistas no temen calzar las botas y el casco de protección, en especial quienes recién comienzan y no cuentan aún con presupuesto para contratar a obreros. El subcontratista, así, hará las veces de techador, albañil, fontanero y más trabajos, pues no sólo sabe cómo se hacen las tareas, sino que también prefiere hacerlas él o ella, sin el gasto de la contratación, en menor tiempo, y garantizando su trabajo.