Una astilla grande que se desprende, un golpe que deja una hendidura, el desgaste o un problema de humedad que te obliga a retirar un sector de tu panel de madera. Y el piso, el muro o la superficie queda con una apariencia fatal.
Pero no te desanimes: para estos casos la masilla de madera es la reina de las soluciones, fácil de aplicar y con un acabado impecable… si aprendes a colocarla eficientemente.
Es importante definir el tipo de masilla a utilizar. En el mercado podrás hallarlas ya preparadas y específicamente formuladas para distintos tipos de madera, dependiendo del grano de la harina de madera utilizada y también del color, y tanto de látex, de silicona, como también de caucho butílico. Ante la duda, siempre elige una látex y de tono apenas más claro que la madera a remendar, pues luego podrás pintarla con el mismo color de pintura o aplicar el barniz correspondiente.
También puedes preparar tu propia masilla para madera, una solución adecuada para casos de urgencia. Para ello, simplemente mezcla cola blanca de carpintero y harina de madera, preferentemente del mismo tipo a remendar, o bien una clara que puedas colorear. Mezcla y deja asentar por media hora en el recipiente tapado, fresco y a la sombra. Luego, remueve y analiza el punto: debe resultar una masilla, ni un fluido ni una masa de modelar. Agrega más harina o más cola conforme sea necesario, mezcla bien y deja asentar media hora para permitir que los materiales se emulsionen bien.
Además de la masilla apropiada, para una reparación también necesitarás contar con pistola selladora (para la aplicación, aunque también puedes hacerlo a espátula), rasqueta o trincheta de corte, para la limpieza y preparación, cinta adhesiva de papel de bajo contacto, alcohol isopropílico y trozos de lienzos, preferentemente de algodón y libres de pinturas o estampados.
Comienza por preparar la madera cepillándola para liberar suciedad y polvillo suelto o levemente adherido. Utiliza para ello la rasqueta, y también cepillos de cerdas plásticas y de dureza intermedia, asegurándote de repasar bien la zona. Si hubiera grasitudes, aplica alcohol en la zona, para liberarla y permitir un secado más rápido. Retira tanto la suciedad de los bordes como también la de la zona periférica, frontal y al dorso, incluyendo pinturas o barnices. Así tendrás una mejor adherencia de la masilla a la madera.
Coloca la cinta adhesiva en las zonas que quieras delimitar, que no quieras enmasillar, para trabajar con más comodidad. Luego, prepara la masilla, colocando el tubo en la pistola selladora o bien tomando la porción necesaria con la espátula, en la cantidad apropiada para la zona a corregir, ya sea una pequeña astilla o una junta de paneles de madera en un muro.
Comienza a aplicar la masilla primero de lado o en una inclinación de 45°, y luego empujándola hacia el interior de la grieta o separación en sentido vertical. Repite ambos movimientos, asegurándote de que el producto haya penetrado completamente, y ya haya quedado al nivel de la superficie en tratamiento. Dependiendo del tipo de masilla podrás repasar también con los dedos humectados en agua común, en crema para manos, o en alcohol isopropílico para alisar la superficie.
Al finalizar, asegurándote de que el trabajo esté ya listo, retira las cintas adhesivas protectoras y deja secar no menos de 24 horas. Finaliza con un lijado suave y usando un taco para asegurar una superficie bien nivelada. El enmasillado ya está listo para la imprimación, pintura o barnizado.