Ya sea que hayas optado por dar una apariencia rústica y elegante a tus muros y pisos, dejando el ladrillo a la vista, o que se trate de una estructura añosa de ladrillo real o de imitación en el acabado decorativo, sabrás que esta superficie tiene sus propios trucos de mantenimiento y conservación.
Aquí te contamos todo lo que necesitas saber para que tus muros y pisos de ladrillo estén siempre impecables, y para que te decidas por fin a incluirlos en tu proyecto.
Dependiendo del tratamiento que le hayas dado al revestimiento de ladrillo y su nivelación, puedes limpiarlo regularmente con cepillos de cerdas medias a largas, sin productos abrasivos para no dañar la pintura o barniz aplicado. En pisos y muros en espacios abiertos puedes usar hidrolavadoras (pistolas de agua a presión) para quitar la suciedad, aunque en interiores esto no sería del todo práctico, en especial si en la habitación hay muebles, alfombras o pisos de madera.
En el caso de que el muro o el piso tuvieran manchas específicas y no sólo suciedad acumulada (como polvillo del ambiente), puedes preparar una cubeta de agua con unas gotas de jabón para lavar la vajilla. Elige uno neutro y gentil, para preservar la apariencia del ladrillo. Aplica frotando en la superficie en pequeños círculos, y repasa con un cepillo o paños embebidos en agua limpia. Para secar, simplemente deja ventilar.
Cuando el mortero que une los ladrillos estuviera deteriorado, desgastado o hubiera perdido partes, puedes restaurar aplicando nueva mezcla de mortero en el sitio húmedo, inyectándola con una pistola calafateadora o untándola con la yema de tu dedo (protegido con guantes de látex). Así podrás rellenar los huecos y, al mismo tiempo, nivelar la superficie para emparejarla con la existente.
En el caso de que fueran los ladrillos los que hubieran perdido partes, la mejor opción es reemplazar toda la pieza. Pícala con mucho cuidado, usando un cincel pequeño y un mazo. Limpia la zona con un cepillo de cerdas firmes, e inserta un nuevo ladrillo del mismo tamaño, tipo y apariencia que el resto de la superficie. Fija con sellador siliconado o con un poco de mezcla de mortero que quites en torno al ladrillo reemplazado, y dale el tratamiento estético adecuado.
Una nota a tener en cuenta: Si trabajas con cuidado y paciencia, es posible volver a utilizar el mismo ladrillo dañado. Para eso debes picar desde el mortero, para no partir el bloque, y voltearlo (dejado la cara trasera a la vista) al volver a instalarlo. De este modo te aseguras de que sea del mismo tamaño, estilo y color al “anterior”.
Luego de una limpieza bien profunda, aplica en toda la superficie de ladrillo un producto sellador del estilo más adecuado, y específicamente formulado para ladrillos. Deja secar no menos de 6 horas, con ventilación, y aplica una segunda capa. En 8 horas más de secado, el piso o el muro de ladrillos se verá lleno de vida, brillante, y estará protegido contra el polvillo y los defectos por humedad, entre otros.
Este producto puede aplicarse con rodillo sólo en la cara visible de los ladrillos, pero en el mortero y los lados de los ladrillos debe aplicarse con brocha firme y voluminosa. Otra forma de acelerar el procedimiento es hacerlo con pistola pulverizadora de pintura, que logra hacer que el producto se acomode en toda la superficie de modo parejo y bien uniforme.