¿Tienes una habitación extra en tu residencia, y quieres renovarla en una estancia que te de serenidad, paz y bienestar? Hoy te proponemos crear una habitación de meditación fácilmente, y sin incurrir en más gastos que los absolutamente necesarios. Prepara tus materiales y ponte manos a la obra: podrás lograr esta habitación en sólo un día de trabajo. ¡Vamos a trabajar!
Lo primero por hacer es vaciar por completo la habitación que vas a transformar. Quita muebles, decoraciones, hasta los clavos en los muros. Analiza el espacio vacío, tomando las medidas para calcular después los materiales, y determina la iluminación más adecuada a partir de las instalaciones actuales y de las fuentes de luz natural.
Ya que tengas la habitación vacía, haz las refacciones que fueran necesarias en el alicatado, lijado de los muros, relleno de tablillas del piso de madera o lo que fuera necesario, para darle tiempo suficiente de fraguado o secado mientras compras y preparas tus materiales.
Cada quien tiene su propia definición de paz, y sus gustos particulares. Sólo a modo de guía, aquí te daremos una propuesta que puede seguir como idea a la hora de crear tu propio diseño, para hacer un cuarto de meditación completamente personalizado. En nuestro ejemplo, partiremos de la base de un sitio en desuso, con una iluminación de techo central y una ventana de tamaño estándar en el muro posterior al ingreso.
Recuerda que esta será una zona de paz, de meditación. Establece reglas claras en casa: cuando estés allí, nadie puede interrumpirte, ni se permiten móviles, aparatos que emitan zumbidos ni ruidos fuertes en casa. Aunque lo mejor es escuchar sonidos de la naturaleza mientras meditas, o estar en absoluto silencio, será conveniente aislar la habitación de ruidos y utilizar un reproductor de música con estos tonos favorecedores.
Ya acondicionada la estructura, haremos la aislación instalando paneles acústicos en los muros. En el mercado los hallarás en buenos precios, pero también puedes hacer los propios simplemente amurando placas de corcho plano, maderas en tabiques flotantes, o placas de isopor por detrás de un revestimiento de cartón yeso, papel mural u otro, a tu elección.
Si la estancia estuviese alfombrada, mejor para dar calidez y comodidad. Si se trata de piso cerámico u otro, puedes instalar alfombra, tabiques flotantes en madera tratada, o pintarlo en un color claro, que favorezca tu meditación, y ambientar con una o tres moquetas de estilo tatami. Elige el minimalismo en cuanto a las estructuras: reemplaza la cortina de paños por una de estilo romano, de un lienzo y plana, en un color claro para aumentar la iluminación. Una lámpara china colgante te ayudará a reducir el impacto de la iluminación artificial (instala una tenue, o bien una con selector de intensidad), y complementará la ambientación. Colores claros en muros limpios y lisos, moquetas de estilo tatami a un lado, cercana al único mobiliario integrado, y quizás una mesa baja para el servicio de té deberían ser los únicos elementos en la habitación de meditación.
Con listones de madera para deck, crea un cajón al centro, logrando una plataforma sobre la que se lucirá sólo un cojín mullido para sentarse. Un estante flotante en un muro te permitirá disponer inciensos u hornillos para aromaterapia, y por debajo, con un simple cierre en cartón yeso, podrás ocultar el reproductor de música, si es que eliges usarlo.
Para complementar la aislación y mejorar la temperatura de tu sala de meditación, reemplaza las ventanas actuales por paneles dobles. Si tu presupuesto no lo permite, también hay una solución: retira las molduras interiores de los paneles, instala una capa de policarbonato fina directamente contra el vidrio, y vuelve a fijar las molduras de sujeción, esta vez más delgadas para aprisionar el vidrio y también el policarbonato.
Coloca cristales, curas u otros elementos decorativos, y recuerda ventilar y permitir el ingreso del sol cada día, para que la energía de tu sala de meditación se mantenga siempre bien alta.