La pintura puede ser una labor que requiere de tiempo y de esfuerzo, pero ciertamente es uno de los pasos finales en cualquier proyecto de construcción, refacción o ampliación. Y aunque es una suerte de recompensa por la paciencia de las demás labores, lo cierto es que queremos hacerlo bien desde el primer intento, para llegar al fin a la fecha final de nuestro proyecto y poder disfrutar de ese espacio.
Aquí te contamos algunos de los problemas más habituales de las pinturas, y cómo evitarlos o solucionarlos fácilmente.
Sea de interior o de exterior, en yeso, cemento, madera o cualquier superficie que fuera, antes de pintar debemos tomarnos el tiempo y el esfuerzo necesarios para que esté en el mejor estado posible. Las superficies deben estar limpias, secas, libres de polvillos, hongo, moho u otros, y preparadas, es decir, con el tratamiento previo que fuera correspondiente para soportar mejor la pintura y todo producto que vayamos a utilizar.
En especial, presta atención a la superficie en lo que respecta a su grado de humedad. Si notaras manchas blancuzcas de salitre, sarro, hongos, mohos y otros, o simplemente manchas oscurecidas por humedad, aplica las soluciones de ventilación correspondientes (o las que fueran más adecuadas) para secar a la perfección la estructura antes de pintar. La humedad es uno de los principales enemigos de la buena presentación de los trabajos de pintura.
Fíjate en el clima del día en que vayas a pintar. Necesitas un día templado a cálido, ni demasiado caluroso ni demasiado frío (si las superficies estuviesen muy calientes, “cocinarían” la pintura al aplicarla; si estuviese muy fría, el material podría no adherirse bien). Puede haber algo de brisa o viento suave, pero prefiere una jornada sin viento fuerte que pudiera acarrear suciedades que, luego, se depositarían en la pintura. Definitivamente evita los días de lluvia, nieve o demasiada humedad, por el mismo motivo.
Las superficies de madera tienen problemas potenciales con los trabajos de pintura. La madera debe estar tratada de acuerdo a su sitio de colocación y uso (contra insectos, hongos y mohos, humedad, luz solar, etc.). Las maderas naturales, a su vez, deben ser tratadas aplicando un producto fijador sellador al agua, que sellará los poros facilitando el buen acabado. Deja secar a la perfección entre una y otra capa, y antes de la pintura, pero nunca por más de dos semanas, pues la exposición a la luz solar previo debilitaría el preparador de la superficie.
Respeta los métodos y elementos más adecuados para la pintura, y también sus mecánicas de uso. Los sopletes y sistemas de presión por aire deben utilizarse a una distancia de entre 20 y 40 centímetros de la superficie: menos provocaría marcas y malos acabados, mientras que más no lograría un trabajo parejo. Las brochas y rodillos no deben tener demasiada carga, y deben utilizarse con repetición de trazo, y no intentando cubrir con sólo una aplicación: eso nos haría detenernos en un mismo punto por demasiado tiempo, logrando acabados desparejos en el aspecto final.
En cualquier caso, podrás apreciar los problemas del material o de la aplicación luego de la primera capa. Deja secar muy bien, y aplica las correcciones necesarias antes de dar la segunda cobertura, para que el acabado final sea parejo y definitivo, mucho más durable a lo largo del tiempo y del uso, evitando así muchos de los más habituales problemas con la pintura.