Casi todo proyecto de construcción, ampliación o remodelación requiere de andamios que permiten trabajar en alturas. Constituye una plataforma de apoyo en la que obreros, personal y también los elementos deben poder posarse con seguridad y estabilidad, para erigir construcciones en altura. También permiten trasladar materiales, ataviándolos con poleas y otros mecanismos.
Una vez más, los andamios deben de ser estables, firmes y seguros en todo momento, evitándose los construidos con materiales endebles, sin estabilidad o economizando recursos y tiempo para su correcto armado.
En el mercado podrás hallar numerosas entidades que rentan andamios para usos específicos, y a buenos precios. Si tu proyecto de construcción es por única vez, esta puede ser una genial idea, pero si piensas realizar cambios paulatinos, obras mayores y demás, lo más rentable sería tener los propios.
Podemos distinguir, en primera vista, tres tipos principales de andamios, independientemente de sus materiales de confección, altura o dimensiones: andamios de caballetes, de torre y colgantes.
Son plataformas planas y firmes posadas (y/o sujetas) en ambos extremos por estructuras con forma de “A”, usualmente escaleras de tijera afirmadas al suelo, o también caballetes plegables.
Son los elegidos para bajas alturas, pues no son estables con la altura, ya que se recomienda que un tercio del caballete se asome por encima de los tablones de apoyo o “plataforma de trabajo”. En caso de requerirse mayor elevación que los 2 metros usuales de los andamios de caballete, se requiere de la adecuación de barandillas de seguridad, guardapiés y otros métodos de prevención de accidentes. Tampoco son recomendados para mucho peso: un obrero con poco material puede encontrar su mejor estructura en ellos.
Los pies de los caballetes deben fijarse con peso o mediante un elemento antideslizante, y estar perfectamente nivelados. Ambos caballetes pueden (y deberían) atirantarse entre sí, para evitar desplazamientos y mejorar la estabilidad del andamio, evitando los movimientos laterales.
Son los habitualmente usados para construcción en altura, donde no existiera tránsito peatonal o vehicular que se viera interrumpido por esta instalación, que se describe como estructuras (normalmente de caños metálicos interconectados) que forman verdaderas torres configuradas por cuatro (o más, según el tamaño) montantes, que conectan largueros o barras horizontales en las que se posan y sujetan las plataformas de trabajo.
Permiten ubicar andamios simultáneamente a distintas alturas, y sustentan gran peso y tránsito, siempre que estén correctamente instalados, fijados al piso y sujetos a la obra, por seguridad. Dependiendo de la altura y el uso, pueden no estar fijos al suelo, sino contar con ruedas con frenos de seguridad, que permiten fijar el andamio durante el trabajo, y liberar sus ruedas luego para desplazarlo hacia otro punto de la obra.
Este tipo de andamios, por ser más cómodos y estables, suelen ser los elegidos para construcción, pero también para la pintura en altura, aunque no se recomienda elevarse a más de 12 metros, e incuso en ese caso, colocar pesos y fijaciones laterales adecuadas para evitar que la torre pierda estabilidad.
Se trata de superficies de trabajo que, a diferencia de los otros sistemas, penden de poleas y sujeciones desde el techo de la construcción, es decir: desde arriba y no posados en el suelo. Deben tener barandillas y guardapiés, por seguridad, y a grandes alturas también se recomienda utilizar los modernos, con controles electrónicos de bajada y elevación, y correas de seguridad para los obreros.
Son los elegidos para mayores alturas o construcciones elevadas en sitios de alto tránsito, donde no fuera adecuado instalar andamios con base en el suelo. Pueden ser colgantes o articulados, estos funcionan de modo independiente a la obra, aunque siempre con correas de seguridad asidas a ella.