Al diseñar una vivienda se pueden introducir muchos sistemas de ventilación o calefacción que son totalmente naturales, y no son, precisamente, modernos de alta tecnología, sino que han sido usados durante siglos.
Este sistema de calefacción y ventilación que vamos a explicar fue creado alrededor de los años ’50, y se encuadra en los llamados “Sistemas indirectos por fachada”.
Uno de estos sistemas de acondicionamiento, más que efectivo, es el llamado muro trombe. Para tener un muro trombe es necesario prever aberturas en muros determinados de la casa (dependiendo de la orientación de la misma). Estas aberturas, en la parte superior e inferior del muro, deben tener, además, un sistema que permita abrir y cerrar a voluntad, según sea necesario. Y, mejor aún, si el cierre y apertura se realizan desde dentro de la casa, claro. Sobre el muro se coloca un cerramiento de cristal, dejando entre ambos un espacio suficiente, que conformará la cámara de aire.
La pared en sí debe estar construida en materiales como ladrillo, hormigón o piedra, y debe tener un espesor no menor a 30 centímetros. Esto nos garantiza que tardará unas 12 horas en liberar todo el calor que se acumule en su interior.
En invierno, el calor del sol penetrará a través del vidrio pero no podrá salir, por lo que queda atrapado en la cámara de aire, calentándola. Si abrimos las aberturas superiores del muro, el aire caliente (que sube) penetrará a la casa, a la vez que calienta el muro. A la vez, abriendo las aberturas inferiores, el aire frío saldrá de la casa, llenando la cámara de aire, que volverá a calentarse, y así seguirá el ciclo.
Por la noche, si cerramos todas las aberturas, impediremos la pérdida de temperatura, a la vez que el calor atrapado en los muros se libera lentamente.
En verano, las aberturas del muro estarán cerradas, ya que no queremos que entre calor del exterior, pero dejaremos abiertas las del muro de cristal, para que la cámara de aire se mantenga siempre fresca por la circulación del aire, refrescando, de ese modo, las paredes. De noche, si abrimos todas las aberturas, lograremos una excelente corriente de aire que refrescará toda la casa.
Por lo general, en los muros trombe se agrega un alero, cuya extensión y ángulo dependerá de la incidencia del sol en verano. Este alero ayudará, además, a mantener el muro fresco. También colabora colocar, alrededor de la casa, vegetación de hoja caduca.